martes, 24 de febrero de 2009

Lewis y Clark a la conquista del Oeste (en busca de Jon Bilbao)


Que Jon Bilbao (Ribadesella, 1972) se ha convertido en poco tiempo en una de las promesas literarias más sobresalientes de nuestro país es algo comprobable. Baste señalar su novela
El hermano de las moscas o su magnífico libro de relatos Como una historia de terror, premio Ojo Crítico 2008.



Jon Bilbao, en un retrato
de Gabriel Pecot

Por otro lado, la legión de lectores que le sigue (en donde me incluyo) acecha las librerías buscando algo que se le haya escapado, al tiempo que espera la aparición de su siguiente trabajo (un escalofrío me recorre la columna con pensar qué tiene entre manos el escritor asturiano). Esto lo escribo mientras le contemplo fotografiado en la solapa de 3 relatos: Física familiar, Pequeñas imperfecciones, Preludio y consecuencias de un encuentro nocturno, libro con el que Bilbao obtuvo el Premio Asturias Joven de Narrativa 2005, y viéndole recostado en un sofá amarillo y con una sonrisa generosa, observo que su mirada no solamente va dirigida al objetivo de la cámara, sino que da la impresión de que se proyecta al futuro (tal vez al ahora, o a dentro de muchos años, como si el escritor estuviera tendiendo puentes por los que transitaremos los turistas de su imaginario).

Escribo sobre Bilbao y me digo que me faltan datos para completar una radiografía sobre él. En cualquier caso, todavía no ha llegado el momento de que un A.J.A. Symons nacional o foráneo busque las huellas del camino que está trazando. Aunque lo cierto es que ya hay algunas.

Sobre los autores que han influido en Jon Bilbao se han barajado algunos nombres, pero él lo tiene claro: le gustan Melville, Faulkner, McCarthy y Cheever. Y hay muchos más, como es evidente. En su blog, Las victorias parciales, nos va dejando, como Teseo en el Laberinto (señalaremos que nuestro escritor es Ingeniero de Minas y que conoce las profundidades de la tierra), un hilo perfectamente visible sobre algunas de sus últimas lecturas, sus intereses y sus impresiones.

Así y todo, echo en falta en los distintos artículos que he leído sobre Bilbao la referencia a una parte de su obra: las biografías sobre personajes históricos que ha publicado en El Rompecabezas.



Comento esto porque hay autores que se vienen asociando dentro de la narrativa juvenil, aunque en su momento fueron autores para público adulto: Julio Verne, Mark Twain, Roberto Louis Stevenson, James Oliver Curwood, Fenimore Cooper, Rudyard Kipling, Emilio Salgari o Jack London.

O bien comenzaron por esta línea, como Jordi Sierra i Fabra, Ángela Vallvey, Gustavo Martín Garzo, Elvira Lindo, Lorenzo Silva o Markus Zusak (el joven autor de La ladrona de libros).

U otros que hicieron obras expresamente dirigidas al público infantil como Roald Dahl, C. S. Lewis, José Saramago, Julio Cortázar, John Irving, Aldoux Huxley, Clarice Lispector o Joyce Carol Oates.



Jon Bilbao forma parte de este último grupo, y de su producción en estas lides (que en el cuadrilátero de la literatura también hay pesos, que es lo mismo que decir géneros) destaco Lewis y Clark a la conquista del Oeste. Y aprovechando el apunte pugilístico, aclararé que en el boxeo (como en la literatura) existen distintas técnicas para hacer caer a nuestro contrincante a la lona. Jon Bilbao demuestra manejarse muy bien en los distintos golpes. Podemos decir que en El hermano de las moscas nos tumbó con un crochet, que es un puñetazo describiendo una semicircunferencia directamente a nuestra cabeza. En Como una historia de terror utiliza el famoso derechazo o cross que, siempre en posición de guardia, ejecuta el golpe retrasando el puño hacia atrás y noqueándonos con fuerza cuando menos lo esperamos. Para Lewis y Clark a la conquista del Oeste y sus otras narraciones dirigidas al público infantil (y a quien guste leerlas), Bilbao utiliza el jab, vamos, un directo en la mandíbula. Es lo que tiene su narrativa, independientemente de sus lectores; y lo más crudo del asturiano: no se sirve de guantes a la hora de ponernos la cara hecha un cristo.


El jab, o cómo noquear
con un solo golpe

Dejando a un lado los asuntos del boxeo, señalar que en Lewis y Clark a la conquista del Oeste vemos el buen hacer de Jon Bilbao, y la limpieza de su estilo (la misma voz depurada que hemos visto en su novela y en sus relatos) es un verdadero ejercicio de literatura de primer orden.

Las huellas que arriba indicaba son aquí patentes, ya que Bilbao es un apasionado del salvaje Oeste, de la literatura que gira en torno a los pioneros que dejaron sus vidas, su pasado, para colaborar en la creación de un estado que hoy es la mayor potencia mundial. Si miramos entre líneas, veremos que en la literatura de Bilbao hay dos movimientos: lo salvaje y lo civilizado. Parece como si el conflicto del hombre moderno estuviera en esta dicotomía, de tal forma que el único modo de salvación sería reconciliarnos con nuestro lado más primigenio (pienso en Henry David Thoreau, otro autor fundamental para Bilbao). Y es que la coherencia del escritor asturiano es uno de sus sellos de identidad.



Lewis y Clark a la conquista del Oeste es un texto bello, bien trabado y escrito con el respeto que Jon Bilbao profesa por los héroes de antaño, aquéllos que se internaban por territorios inhóspitos, desconocidos, buscando ora un Dorado, ora la razón de su propia existencia.


1 comentario:

  1. Estimado monseñor Bocamazza, aunque tengo por costumbre entrar en este blog para felicitar y únicamente para felicitar, esta vez me veo obligado a señalarle sus ligeras confusiones en asuntos pugilísticos. Sabía a lo que se arriesgaba al sacar a la palestra un tema en el que, aunque bien es cierto que no soy un gran experto, sí pongo cierta atención. El dibujo que usted nos propone no es un jab, sino un directo morrocotudo. La diferencia estriba no tanto en la trayectoria como, sobre todo, en la fuerza de la ejecución, puesto que el directo es un golpe mucho más potente para el cual el boxeador tiene que afirmar los pies más o menos de la manera que se ve en la imagen. El directo y no el jab es el golpe decisivo al que se refiere usted, de ahí que a menudo se utilize este tipo de golpe como sinónimo de acción contundente y hasta definitiva.

    Un error, sin embargo, poco importante, que no menoscaba el valor de su celebrado texto.
    Atentamente,

    Gunther

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